Historia de la Belleza

Ya he contado en otras ocaciones que estoy asistiendo a un curso de fotografía en Madrid. Estamos por entrar al último trimestre y es hora de encarar el proyecto de fin de año. Para éste debemos encontrar una temática, es decir, encontrar la «historia que queramos contar«. Luego en clase iremos puliendo todos los detalles, desde la idea, pasando por la edición, retoque, maqueteado, etc., hasta que tengamos un foto libro del grupo en mano.

Al reflexionar acerca de la idea tuve que reconsiderar aquella pequeña-gran pregunta: ¿Por qué tomás fotografías? Y aunque ya dejamos claro que es una pregunta corta de respuesta larga, entreverada y compleja, en esta ocasión no me ha quedado más remedio que recurrir al pragmatismo que requiere el momento y buscar una respuesta corta y concisa que me resulte efectiva por el momento. Y dicha respuesta sería mas o menos así: «tomo fotografías para encontrar belleza, ya que a veces basta abrir un periódico para  que nos olvidemos de ella».

En vistas de estas tribulaciones, una compañera del curso me prestó un libro, que podría ayudarme en mi búsqueda. El título del libro es, como varios ya se habrán imaginado, el título del post de hoy: Historia de la Belleza a cargo de Umberto Eco.

historia-belleza-portada

El libro es una antología de textos de filósofos, científicos, poetas, teólogos, músicos y escritores, ilustrada maravillosamente; el cual nos lleva a considerar la transformación del concepto de belleza desde la antigua Grecia hasta la primera mitad del siglo XX.

Otra manera de describirlo sería diciendo que se trata de un espléndido paseo, que utiliza como vehículo el concepto de belleza, el cual alimentamos con las palabras e ideas de la literatura, mientras por la ventana vemos pasar el arte pictórico de cada época.

Es por eso que hoy me he decidido a compartir algunos de los conceptos que en él se describen. En parte para que quien no lo conoce sepa de que se trata y si se entusiasma lo busque y lo lea, y por otro lado para que a mí me quede un registro de las ideas que me despertó hoy, que quizás no sean las mismas que me despertará de aquí a 10, 20 o 30 años.

Antes de empezar aclaro, lo que presento a continuación es un resumen corto además de mi interpretación del libro; con citas y conceptos extraídos del mismo claro, pero debieran tener en cuenta que no pretendo hacer un análisis objetivo sino que me someto al sesgo que mi persona puede darle a lo escrito.


Contenidos:

  • La Antigua Grecia
  • Edad Media
  • El Renacimiento
  • Barroco
  • Neoclasicismo y el Siglo Racional
  • La Belleza Romántica
  • El Decadentismo
  • Simbolismo e Impresionismo
  • Siglo XX

⇒ Un Concepto de Belleza para la Fotografía

 


LA ANTÍGUA GRECIA

El autor inicia con la antigua Grecia porque es a partir de aquí que tenemos registros suficientes para poder interpretarlos. La información de culturas anteriores, con respecto a esta temática en particular, es escasa lo que resultaría en una interpretación deficiente, así que ésta historia de la belleza inicia aquí.

En ésta época se presenta una comprensión de la belleza vista desde dos puntos de vista complementarios, por un lado los aspectos perceptibles por los sentidos y por otro, particularmente en el caso del cuerpo humano, son el alma y el carácter. Es decir que se considera tanto las proporciones como la belleza psicofísica.

Platón nos habla de armonía y proporción (la belleza de las figuras geométricas) por un lado, y de esplendor por el otro.

Nietzsche por su lado considera que la belleza puede tener dos caras. Basa esta dualidad en el carácter de dos deidades opuestas, por un lado la belleza apolínea, atribuida al dios Apolo, armoniosa y proporcionada; y por otro la belleza dionisíaca, atribuida al dios Dionisio, caótica y desproporcionada. Esta última permanecerá oculta ya que constituye una falta de carácter y por lo tanto contradice a la idea de belleza psicofísica o esplendor, pero volverá a surgir en la época moderna.

«La belleza es perceptible aunque no completamente, porque no toda ella se expresa en formas sensibles.»

Antigua Grecia

EDAD MEDIA (s.V – s.XV)

Lejos de la perfección que estamos acostumbrados a observar en las esculturas de la antigua Grecia, en la edad media el arte parece tener poca consideración por la exactitud de las proporciones. Éstas quedan de lado dando lugar a la belleza espiritual y sobre todo a la belleza moral.

En este sentido no es de extrañar que el arte en esta época también se caracterice por un fuerte uso del color y la luz. Tomás de Aquino retoma ideas antiguas y establece que para representar a la belleza deben cumplirse tres condiciones: proporciónintegridad y claritas. Esto último hace referencia a la claridad y la luminosidad, teniendo en cuenta que se identificaba a Dios con la luz.

En contraposición hay una convicción común en toda la filosofía medieval de que la belleza nace también de los contrastes. En contraposición con la belleza moral encontramos a la noción de el mal, el cual tiene la capacidad de volverse bello ya que de él se desprende la bondad, y «junto a él el bien resplandece mejor».

«No obstante, puesto que del mal se desarrolla el bien, es llamado bien por lo que aporta al bien y así es llamado bello en el orden.»

Edad Media

EL RENACIMIENTO (s.XV – s.XVI)

El Renacimiento es un movimiento complejo y dinámico donde convergen diferentes ideas y posturas. Entre ellas las dos más ampliamente descriptas en el libro son:

Clasicismo: La «Gran Teoría» es que la belleza consiste en la proporción de las partes minuciosamente calculadas. Se retoman las ideas platónicas y se las impulsa con nuevas técnicas pictóricas.

«La belleza no es más que una gracia que nace de la proporción, conveniencia y armonía de las cosas.»

Clasicismo

Manierismo: Rompen con los modelos de belleza clásica, a la cual consideran vacía y carente de alma, y la oponen con una espiritualización que se lanza a lo fantástico, generando una belleza mágica ligada al dinamismo de las formas. Privilegian las figuras animadas que no se inscriben en círculos o cuadriláteros geométricos.

«La belleza manierista espresa un desgarramiento del alma apenas velado.»

Manierismo

BARROCO (s.XVII – inicios del s.XVIII)

En el siglo XVII inicia un período muy inquieto, en donde la búsqueda de sentido de los artistas está fuertemente influenciada por la «herida narcisista» provocada por el desarrollo de la ciencia y el descubrimiento de que el hombre no ocupa el centro del universo (Revolución de Copérnico).

El incremento del saber trae aparejado una crisis del saber, lo que desencadena la búsqueda de una belleza cada vez más compleja.

En el período Barroco se expresa una belleza que está más allá del bien y del mal, donde es posible representar lo bello a través de lo feo, lo verdadero a través de lo falso y la vida a través de la muerte.

«No hay línea que no guíe al ojo hacia un «más allá», que siempre hay que alcanzar, no hay línea que no se cargue de tensión: la belleza inmóvil e inanimada del modelo clásico es sustituida por una belleza dramáticamente tensa.»

Barroco

NEOCLASISIMO Y EL SIGLO RACIONAL (s. XVIII)

El siglo XVIII es conocido como el siglo de la razón. Encontramos una opinión divida en términos artísticos a causa de la división política y de clases de la época. El gusto aristocrático, en crisis, prolonga la presencia del barroco hasta mediados de siglo; mientras que la burguesía en ascenso, con su culto a la razón, la disciplina y el cálculo, impulsa al movimiento neoclásico.

De esta manera el nuevo clasicismo impone una nueva belleza clásica.  Pero debemos tener en cuenta el carácter innovador que invade a la época, el cual impulsa una búsqueda de mayor libertad creativa. Lo que deriva en una mayor libertad de gustos, abriendo el camino a una belleza subjetiva.

«La belleza no es una cualidad de las cosas mismas: existe tan solo en la mente del que la contempla y cada mente percibe una belleza distinta.»

Así la belleza ya no depende solo del objeto o de la interpretación del artista, sino que se le da fuerza al gusto del espectador y al placer estético que una obra puede despertar en él. En este ámbito surgen dos regiones, lo bello y lo sublime. Y en cuanto a este último el autor hace hincapié en la visión de dos filósofos:

Edmund Burke: Él opone lo bello a lo sublime. Afirma que la belleza es una cualidad objetiva de los cuerpos por la cual suscitan amor y que actúa sobre la mente a través de los sentidos; mientras que lo sublime nace cuando se desencadenan pasiones, como por ejemplo el terror.

Immanuel Kant: Para él lo bello es placer sin interés, finalidad sin objetivo, universalidad sin concepto y regularidad sin ley. A lo sublime lo divide en dos clases. Lo sublime matemático, como contemplar un cielo estrellado, donde nuestra razón nos induce a postular un infinito no perceptible por nuestros sentidos; y lo sublime dinámico, como contemplar una tormenta, donde lo que nos impresiona no es su vastedad infinita sino su infinita potencia.

Y termina mencionando a Friedrich Schiller, para quien lo sublime será un objeto ante cuya representación nuestra naturaleza física percibe sus propios límites, mientras que nuestra razón siente su superioridad e independencia de cualquier límite.

Estas ideas retomadas más tarde en el siglo XIX alimentarán por sí solas la sensibilidad romántica.

Neoclasicismo

LA BELLEZA ROMÁNTICA (s. XIX)

La novedad que trae el Romanticismo es que en lugar de continuar perpetuando la distancia entre razón y sentimientos, las reúnen en una presencia conjunta. Este movimiento celebra las dicotomías como belleza y melancolía, corazón y razón, reflexión e impulso, vida y muerte, etc. La belleza puede expresarse haciendo converger los contrarios, de modo que lo feo no es la negación, sino la otra cara de la belleza, una belleza relativa.

«Para un hombre romántico la muerte misma, arrebatada al reino de lo macabro, tiene fascinación y puede ser bella.»

Romanticismo

EL DECADENTISMO (finales del s. XIX)

Los artistas, frente a la opresión del mundo industrial y ofendidos por la forma en que las máquinas exhiben su pura funcionalidad, sienten amenazados sus ideales y deciden buscar un camino diferente. Bajo la consigna de «el arte por el arte», se impone la idea de que la belleza es un valor superior que hay que materializar a toda costa. El arte ya no pretende representar para documentar y juzgar, sino que busca redimir con la luz de la belleza todos estos aspectos y convertirlos en fascinantes.

Esta profunda confianza en el poder creador del arte deriva en la idea de que no hay belleza si no hay artificio, la belleza solo puede ser objeto de un largo y amoroso trabajo artesanal (belleza artificiosa).

«La belleza del decadentismo está invadida de sentimientos de desmoronamiento, de desfallecimiento, de agotamiento, de languidez.»

Decadentismo

SIMBOLISMO E IMPRESIONISMO (finales del s. XIX)

En el decadentismo surge un movimiento que invade a la literatura europea hasta nuestros días, el simbolismo. Los poetas se convierten en descifradores del lenguaje secreto del universo, en donde la belleza es la verdad oculta que ellos sacarán a la luz.

Del tronco del simbolismo surge otra manera de ver a la realidad, una visión epifánica, donde las cosas son fuente de revelación, dónde en una situación emotiva concreta, las cosas se nos muestran bajo una luz nueva. Aunque las epifanías son una técnica eminentemente literaria, se conectan en la forma de representar a los objetos. Algunos pintores inician una búsqueda por reproducir el alma del objeto, representar las cosas como las vemos en un primer momento, antes de que nuestra inteligencia intervenga explicándonos lo que son; es decir,  no sustituir la impresión que nos hayan producido por las nociones previas que tenemos de ellas. Y así, sin pretenderlo, Monet titula Impresión a un cuadro suyo y da nombre a todo un movimiento.

«Solo hay una cosa verdadera, plasmar al primer golpe lo que se ve.»

Los impresionistas ya no buscan plasmar bellezas trascendentes, sino que desean inventar un nuevo espacio, encontrar nuevas posibilidades perceptivas, resolver problemas de técnica pictórica. El simbolismo por su lado da vida a nuevas formas de contacto con la realidad, la búsqueda de la belleza abandona el cielo y lleva al artista a sumergirse en la materia.

Impresionismo

SIGLO XX

El siglo XX viene acompañado por una exaltación por la velocidad y el consumo, es la época de la mercantilización de la vida y de los objetos. Éstos pierden sus rasgos de unicidad que antes determinarían su belleza e importancia. La nueva belleza es reproducible, transitoria y perecedera, es una belleza seriada.

Esto trae aparejado que algunos artistas se vuelquen al vanguardismo proponiendo una belleza de la provocación, del experimento artístico.

El arte de las vanguardias ya no se plantea el problema de la belleza. Se sobreentiende que las nuevas imágenes son artísticamente bellas precisamente porque la provocación vanguardista viola todos los cánones estéticos respetados hasta el momento. El arte pretende enseñar a interpretar el mundo con una mirada distinta.

Solo una corriente del arte contemporáneo recupera una idea de armonía geométrica, y es el arte abstracto, el cual se revela de la dependencia de la naturaleza y de la vida cotidiana proponiendo representar formas puras.

Por otro lado tenemos también a la belleza de los medios de comunicación y del consumo. Los cuales ya no representan un modelo unificado de belleza. Pueden representar publicidades destinadas a durar tan sólo una semana, donde por momentos representan estéticas sumamente modernas y por otros ofrecen modelos de los años veinte, cincuenta, setenta, etc.

El fácil y rápido acceso a la información, el acortamiento de las distancias gracias a la infraestructura, la multiplicidad de medios, en fin, la globalización, ha derrocado la idea de un único ideal estético. La noción de belleza moderna está supeditada a la sumatoria de múltiples variables, que, combinadas de diversas maneras, podrán producir múltiples conceptos de belleza.

«Deberá rendirse a la orgía de la tolerancia, al sincretismo total, al absoluto e imparable politeísmo de la belleza

Siglo XX


UN CONCEPTO DE BELLEZA PARA LA FOTOGRAFÍA

A medida que avanzaba con el libro, me encontraba con párrafos que me traían imágenes a la mente, fotos que había visto en algún lado, o algunas que yo misma había tomado, que a mi entender podían representar lo que estaba leyendo.

El ejercicio mental que realicé fue quitar la línea de tiempo del camino, teniendo en cuenta que la historia de la fotografía en comparación con la de la pintura es relativamente corta; y  tratar de reducir los conceptos de belleza de todas las épocas a un ideal estético atemporal que fuera extrapolable a la fotografía. No pretendiendo inventar nada nuevo, sino identificar aquello que los fotógrafos ya estaban aplicando.

El pretender alcanzar este objetivo, fue con plena conciencia de la enorme simplificación que estaba realizando, ya que cada nicho fotográfico tiene ciertas propiedades muy distintas que los caracterizan. Pero mi objetivo era visualizar un ideal estético para la fotografía en general.

Así llegué a la conclusión de que se podría dividir el concepto de belleza aplicable a la fotografía en tres ramas: objetiva, subjetiva y relativa.

  • Objetiva: Cuando aplicamos las leyes de composición fotográfica → Correspondencia con las bellezas Platónica, Clásica, Neoclásica → Proporción y Armonía

Tafi-del-Valle-Fibonacci

Rosas-Fibonacci

  • Subjetiva: Cuando se establece una conexión emocional con el espectador → Correspondencia con las bellezas Platónica, del Medioevo, Neoclásica, Manierista, Impresionista → Esplendor, Sublime

Feli-1

Familia-de-Cauquenes-2

  • Relativa: Cuando es necesario mostrar una imagen «dura» (dolor, abandono, muerte) para transmitir un mensaje a través de una fotografía → Correspondencia con las bellezas Barroca, Romántica, Impresionista → Contraste, Dicotomías
Piedad Samuel Aranda
«La Piedad» – Imagen ganadora del World Press Photo 2012 – Autor: Samuel Aranda

En fin, fue un paseo largo pero satisfactorio. Me permitió acomodar muchas ideas que andaban rondando mi cabeza hace tiempo y a las que un poco de orden no les venía nada mal. No creo haber alcanzado nada definitivo o innovador, pero si creo haber encontrado cierta estructura con la cual seguir trabajando y creciendo.

Además espero haber despertado curiosidad sobre esta temática en quienes se hayan tomado el trabajo de leer el post, y espero pronto verla en acción; después de todo, no soy la única recorriendo un camino, cada persona tiene el suyo, el mío es el camino de las 10.000 fotografías…

 

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