Volvíamos de pasar el día en el lago Steffen, caminando de regreso a donde habíamos dejado los autos, pasamos por un campito donde pastaban algunas vacas con sus terneros. Una luz cálida jugaba con los contornos de los animales, los árboles, el césped, y un aire cálido y dulce perfumaba la tarde. De pronto alguien me dice «mira allá», giro y las veo, tiradas sobre el pasto, disfrutando de los últimos rayos de sol, con la mirada fija una con la otra. Saco la cámara de la mochila, me acerco por detrás de un árbol y saco una foto, no me convence, me acuerdo de Capa «Si tus fotografías no son lo suficientemente buenas es porque no estás lo suficientemente cerca», me acerco un poco más, el ternero me mira y disparo, miro el visor y veo la aureola, «me dejé el parasol en la mochila» pienso, no importa, puedo cambiar de posición y de paso me alejo para no asustarlas, disparo otra vez, no me gusta como queda compuesta, vuelvo a ponerme de frente a ellas pero esta vez un poco más agachada para que un álamo oficie de parasol, ambas giran sus cabezas para mirarme, el ternero queda de frente, la vaca gira el cuello lo más que puede y me mira casi de reojo, disparo, sonrío, y me vuelvo a casa.

Deja una respuesta